El tren se detuvo jadeando en un ínfimo pueblo del desierto. Ella se asomó a la ventana y luego subieron un hombre de unos 60 años y una mujer de unos 30. La señora les dio un afectuoso saludo y me los presentó:
- Mi marido y mi hija - Este joven ha sido muy amable y atento conmigo - Gracias (Dijo el señor)lesbianas guarras - tetas mas grandes - relatos lesbianas - rubias folladas - jovencitas calientes - putas gordas
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